Desde finales de los años ’80 la llegada de trabajadores extranjeros a Japón ha suscitado un debate entre la sociedad nipona como nunca se había visto. La población se haya dividida entre una tendencia aislacionista (sakoku) y otra de carácter aperturista (kaikoku). Mientras tanto, el flujo de inmigrantes se ha mantenido constante durante años, y a principios de los ’90 ya suponían el 1% de la población japonesa.
Entre las comunidades de extranjeros podemos distinguir claramente dos grandes grupos. Por un lado, los llamados “inmigrantes viejos”, principalmente coreanos y chinos (junto con sus descendientes) que llegaron a Japón antes de 1970. Por otro lado, los “inmigrantes nuevos”, el resto, principalmente venidos de países asiáticos o descendientes de japoneses migrados.
Sea cual sea su origen, parecen estar abocados a un mismo destino. A finales de los ’80 y principios de los ’90, los inmigrantes asiáticos, por ejemplo, trabajaban mayoritariamente en los peores empleos que la sociedad japonesa podía ofrecer, con sueldos bajos, pésimas condiciones laborales, inseguridad laboral y nula posibilidad de ascenso. En 1992 los inmigrantes asiáticos varones estaban empleados más frecuentemente en la construcción (51%) y las fábricas (28%), mientras que las mujeres se dividían entre la hostelería (34%), las fábricas (17%) y la prostitución (11%).
Poco a poco, la presencia de extranjeros se hace evidente, dejando de ser una peculiaridad (anomalía según los propios japoneses) de las grandes ciudades portuarias y convirtiéndose en una parte de la vida diaria. Y como muchos otros inmigrantes en el mundo, los que llegan a Japón lo hacen con la intención de regresar a sus países de origen en un periodo no muy largo de tiempo. Sin embargo eso no siempre es posible, como demuestra la aparición de periódicos o programas de radio dirigidos a grupos inmigrantes concretos, así como tiendas de productos típicos o incluso barrios propios. De esta manera, tal y como ocurre en Europa occidental o en Estados Unidos, se llegan a generar comunidades transnacionales.
En este contexto la sociedad japonesa se ve abordada, cuando no sobrepasada, por un mundo que gira demasiado deprisa para ellos, que atrapa en su red a todos los países y a todas las personas, que integra en su engranaje sin preguntar ni esperar consentimiento. En este punto nace el debate social, consecuencia (y en parte continuación) de aquél que ya tuvo lugar en 1853 cuando el comodoro Perry forzó la apertura de Japón a las potencias occidentales. Entonces, los líderes se posicionaron en contra (saikoku) y a favor (kaikoku) del contacto; igual que hace ciento cincuenta años, los líderes políticos de hoy se pronuncian, y con ellos lo hace también la sociedad.
La facción saikoku sostiene que la llegada de extranjeros minará la unicidad de Japón. En opinión del escritor Nishio Kanji (1988) la población no-japonesa será la causa de la misma disgregación social que se observa en otros países; tal y como él (1989:330) sintetiza “Esto no es necesariamente un problema económico. Francamente hablando, es un problema de ‘defensa cultural’”.
El lado kaikoku aboga por la entrada de extranjeros procedentes de países pobres. Un argumento habitual es la obligación moral de Japón, como país sano, de permitirles ganar dinero. Onuma Yasuaki (1988) opina que aceptar inmigrantes no sólo haría de Japón un mejor miembro de la comunidad internacional, si no que además abriría el cerrado espíritu de los japoneses.
La ONU advierte de que Japón discrimina a los inmigrantes
El 31 de marzo de este año Jorge Bustamante, relator de la ONU para los Derechos de los Inmigrantes, explicaba en rueda de prensa las conclusiones obtenidas de su visita a cuatro ciudades japonesas. Durante nueve días se entrevistó con miembros del gobierno, ONGs e inmigrantes de Tokio, Toyota, Nagoya y Hamamatsu a fin de investigar la situación de los derechos humanos de los emigrantes en Japón. Sus palabras, a pesar de que el informe final será presentado a finales de año, dejan poco lugar a las dudas.
“El racismo y la discriminación son todavía demasiado comunes en Japón”
“Aunque Japón empezó a recibir trabajadores hace 20 años, todavía no ha adoptado una legislación que proporcione protección a los derechos de los inmigrantes”
“El gobierno japonés tiene todavía que responder a muchos desafíos para proteger los derechos humanos de los emigrantes y sus hijos”
“La policía rechaza en muchos casos las denuncias de inmigrantes”
“Crear instituciones para integrar a los inmigrantes en la sociedad y proporcionales derechos en términos de vivienda, educación y sanidad sin discriminación”
“Hasta el momento no ha logrado consolidar una política protectora para los trabajadores foráneos”
“El programa de formación industrial y técnica vigente deber ser reemplazado por uno de empleo”
Contra el derecho a voto de los inmigrantes
Una de las nuevas propuestas del gobierno demócrata japonés ha sido el derecho a voto de los inmigrantes con residencia permanente. Sin embargo, esto no es algo bien visto por toda la sociedad nipona. Entre los opositores a esta medida integradora, han empezado a surgir discursos xenófobos que atentan directamente contra la integridad de los inmigrantes.
Se han producido varias manifestaciones promovidas por la ultraderecha en las que se podía leer mensajes como los que siguen.
En los carteles se puede leer “No queremos el voto para los extranjeros” y “Ahora esto es una amenaza para Japón”.
Además de la pública manifestación, también se pueden encontrar panfletos y pasquines publicados con mensajes claramente racistas.
Seis razones por las cuales permitir el voto a los extranjeros es una mala idea.
En este cartel se ataca a los miembros de la dieta que han promovido la ley.
Además, en el último año, las nuevas tecnologías también han sido utilizadas en una campaña de “concienciación” contra los extranjeros. Así, mediante el envío masivo de flyers y otros correos electrónicos se acusa a los extranjeros de criminales y peligrosos (relacionándolo con el debate sobre el derecho a voto de los mismos) y se fomenta un sentimiento anti-chino argumentando una futura invasión.
Este flyer alerta del aumento de criminalidad extranjera y del peligro que comporta la política del Partido Demócrata y su postura pro-inmigración, la cual trae implícita mayor criminalidad.
A través de las viñetas se explica cómo el derecho a voto de los inmigrantes supondrá que éstos detenten más poder social y perjudiquen a los propios japoneses.
Establecimientos que no admiten extranjeros
Alegando problemas idiomáticos, diferencias de actitud y comportamiento, o cualquier otro motivo aparentemente superfluo, incontables establecimientos vetan la entrada a clientes extranjeros a no ser que vayan acompañados de un japonés. En la siguiente dirección se puede ver una extensa recopilación de este tipo de lugares:
Bibliografía
Joaquín Beltrán Antolín, “Diversitat Ètnica i formes de vida a l’Àsia Oriental”, Barcelona: UOC
John Lie (2001) “Multiethnic Japan”, London: Harvard University Press
Nishio Kanji (1988) “Senryakuteki “sakoku”ron”, Tokyo: Kobunkan.
Nishio Kanji (1989) “Rodo kaikoku wa do kentoshitemo fukano da”, Chuo Koron, Sept., pp. 312-330
Onuma Yasuaki (1988) “’Gaikokujin rodosha do’nyu rongi ni kakerumono”, Chuo Koron, May, pp. 148-162
Diario digital “Migrante Latino”:
Diario digital “México Migrante”:
Blog “La voz del inmigrante”:
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